Una lección por aprender

José Ortega y Gasset

PARA LOS NIÑOS ESPAÑOLES

El porvenir de España depende enteramente de vosotros los niños españoles. Y dentro de vosotros, niños españoles, depende enteramente de que aprendáis o no aprendáis una cosa. ¿Sabéis cuál? Esto que habéis de aprender y cultivar en vosotros exquisitamente, niños españoles, es lo que en mayor grado faltaba a nuestros padres y nuestros abuelos.

¿Sabéis qué es? ¡Ah!, una cosa que parece muy sencilla. Esta: distinguir entre personas.

No ignoráis que con el ejercicio y el adiestramiento consigue el hombre perfeccionar incalculablemente su capacidad de distinguir. El pintor llega a notar la diferencia entre colores que a los demás parecen iguales. El músico distingue las más leves divergencias entre los sonidos. Para el que es catador de vinos, como lo fue el padre de Sancho Panza, no hay dos vinos iguales.

La palabra “sabio” significó en un principio el que distingue de sabores.

Pues bien, la vida de una sociedad y más aún la de un pueblo depende de que sus individuos sepan bien distinguir entre los hombres y no confundan jamás al tonto con el inteligente, al bueno con el malo.

Mirad: a la hora en que escribo esto para vosotros hay en España, desgraciadamente, muy pocos hombres inteligentes y de corazón delicado. Solo esos hombres puros, espirituales, profundos y nobles podrían mejorar a la patria. Pero no logran que se les atienda. Porque los españoles que ahora forman nuestra sociedad no saben distinguir entre hombres y, acaso de buena fe, creen que son inteligentes los que son más necios, que son buenos los que son más farsantes. Ya sabéis que hay enfermos de la visión los cuales ven grises los objetos azules.

Una cosa parecida nos acontece hoy a los españoles: padecemos una perversión del juicio sobre personas. Se juzga inteligentes a esos vanos charladores que llaman “políticos”. Se cree que es buen poeta, buen novelista, buen profesor el que más lugares comunes dice, el que mejor halaga al público repitiendo las tonterías que este pensaba veinte años hace. Y en tanto los mejores, los que verdaderamente valen son poco conocidos, nadie les hace caso o, tal vez, se les combate en todas formas.

¿Veis cuán importante seria que vosotros llegaseis a la madurez con una exquisita sensibilidad para distinguir entre el valer verdadero y el falso?

A este fin yo os recomendaría, entre otras, cuatro reglas o criterios:

1 - No hagáis nunca caso de lo que la gente opina. La gente es toda una muchedumbre que os rodea en vuestra casa, en la escuela, en la Universidad, en la tertulia de amigos, en el Parlamento, en el circulo, en los periódicos.
Fijaos y advertiréis que esa gente no sabe nunca por qué dice lo que dice, no prueba sus opiniones, juzga por pasión, no por razón.

2 - Consecuencia de la anterior. No os dejéis jamás contagiar por la opinión ajena. Procurad convenceros, huid de contagios. El alma que piensa, siente y quiere por contagio es un alma vil, sin vigor propio.

3 - Decir de un hombre que tiene verdadero valor moral o intelectual es una misma cosa con decir que en su modo de sentir o de pensar se ha elevado sobre el sentir y el pensar vulgares. Por esto es más difícil de comprender y, además, lo que dice y hace choca con lo habitual. De antemano, pues, sabemos que lo más valioso tendrá que parecernos, al primer momento, extraño, difícil, insólito y hasta enojoso.

4 - En toda lucha de ideas o de sentimientos, cuando veáis que de una parte combaten muchos y de otra pocos, sospechad que la razón está en estos últimos. Noblemente prestad vuestro auxilio a los que son menos contra los que son más.

Editorial Hispano-Americana. Reus, 1928

Comentario personal: 1928 - 2008: son 80 años sin querer enterarnos... es como p'a darnos de comer aparte.

2 comentarios:

  1. Butzer Says:

    A todo esto, lo vivido entonces estos 80 años...¿cómo lo podríamos llamar evolución, involución, devaluación...?
    De todas formas, Ortega aquí habla bastante de las "malas influencias" como cualquier influencia externa -prácticamente-. Y, entonces, ¿quién estaría por tanto capacitado para influenciar y asegurar el aprendizaje de los niños españoles?

    Posted on 2 de abril de 2008, 23:48  

    manulissen Says:

    Hace 80 años, España podía convertirse en un país europeo y democrático al nivel de Italia y hoy en día es imposible, no porque la historia del siglo XX nos haya tratado peor, sino porque no hemos sabido aprender de nuestros errores. En fin, hace 80 años España era un país de caciques y pucherazos y hoy en día es un país de alcaldes y listas cerradas.

    Por respeto a la memoria de mi familia, no diré que estamos peor, porque no es cierto, pero creo que vale una frase que dice mucho mi padre: "yo para esto no corrí delante de los grises".

    El tema de las influencias da para un artículo de los largos. Sólo una pregunta: ¿Crees que se puede educar sin manipular?

    Un saludo y gracias por responder.

    Posted on 3 de abril de 2008, 1:17