Buceando por la página de la antigua ALCD, me he encontrado este texto, que necesitaba recordar.
“¿Qué nos corresponde entonces? Corresponde pasar del plano de las ideas al de la acción. Es muy complicado buscar a gente, mucho más en el mundo real, pero, ¿qué otro medio tenemos? Si nos tomamos en serio esta opción política, ¿vamos a dejarnos achantar por un mundo reducido a un mosaico de partidos y filiales, vamos a dejar que nos acomplejen las teorías políticas dominantes, acaso pensamos que todo esto son veleidades? No lo creo para nada.”
Ésta es la primera parte de la crónica de lo que aconteció ayer en el primer encuentro entre los integrantes de la alcd en Sevilla.
Tras los prolegómenos de una mañana magnífica en Sevilla, tomo mi bicicleta y salgo a la calle, concentrado en mis sentimientos, rumbo al Horno del Porvenir donde habíamos quedado. El trayecto se hace breve y rápidamente llego al lugar acordado, a la hora fijada. Abro la puerta y encuentro en mitad del salón a Francisco, tal y como me lo imaginaba, hojeando su periódico y al tiempo levantando la vista, tratando de encontrar entre los parroquianos al joven con el que concertó la cita la tarde anterior. Gira la cabeza y me señala - ¿eres Manuel? - sonríe, me ofrece la mano y me invita a tomar sitio. Sigue la presentación de rigor - me toca a mí presentarme, como es natural -. Parece mentira, pero aquí estamos. La alcd de carne y güeso.
Nunca había pensado qué clase de impresión podría causar a un desconocido; siempre he sido un joven tímido y eso se me nota al hablar. Para más inri, estaba acalorado por la bicicleta y medio resfriao. La cosa pintaba mal, desde luego. Las palabras de Francisco encaminan la conversación y de lo particular pasamos a las motivaciones. Vamos relajándonos en nuestra charla y la presencia de los cafés y las tostadas ayuda. De las motivaciones, rápidamente, saltamos a nuestro común interés:
- Oye, ¡qué buen grupo tenemos en Internet, en la alcd! ¿Verdad? - “es magnífico”, respondo. Desde que comencé mi búsqueda en Internet, hace ahora 3 años, no había encontrado un grupo con un planteamiento tan brillante, ni que casara mejor con mis principios, ni, para mi sorpresa, una gente tan válida. Pero es un grupo humano, como todos los demás, y se tiene que ir haciendo poco a poco. Debatimos sobre los compañeros; los últimos en incorporarse y los más veteranos. Abordamos superficialmente la vida de la asociación desde sus comienzos y los retos que tenemos para el futuro.
Pero la alcd es el centro de gravedad sobre el que giran los asuntos de mayor peso de nuestra charla. Tras la mirada tranquila de este hombre menudo, bonachón y simpático, tililan esas ideas e inquietudes que se traspiran en cada una de sus letras: la democracia, el sistema de partidos, el papel de los ciudadanos, la necesidad de “bajar” de esa entelequia que es Internet al mundo real. Las palabras fluyen; me sorprende la lucidez de mi interlocutor, y me agrada la sensación de hablar de política a fondo, con alguien familiar y, al mismo tiempo, por conocer.
Una de las inquietudes que más tiempo he dedicado a enfrentar en este último mes ha sido la necesidad de atraer a más gente a la asociación. Quizás por eso, de un modo inevitable, mis argumentos giraban en torno a esa necesidad:
- Todavía faltan manos, Francisco - digo a mi compañero mientras da buena cuenta de su media tostada. Responde con un gesto dubitativo primero, y añade:
- Tampoco creo que sea cuestión de mucha más gente. Tú imagina que en el blog fuéramos 50; imagina que fuéramos 100. ¿Cómo íbamos a entendernos cuando habláramos? -. Es cierto. La posibilidad de un debate que mantenga una buena proporción entre riqueza de opiniones y enriquecimiento de los propios participantes exige un equilibrio difícil de conseguir, en número y espíritu. Me imagino tratando de entendernos los 50 en el chat… Pero la necesidad sigue estando ahí, porque no vamos a ninguna parte siendo 4 ratones coloraos. Sin embargo, bajo la reflexión de Franky hay algo más. No se trata sólo de lo que la gente puede aportar a la asociación. Es mucho más importante lo que uno viene a buscar a ella.
- ¿Y qué esperamos de todo esto? - me pregunta - Dime, ¿qué esperas tú de estas cosas? -. No creo que pueda responderse a esa pregunta ni en el tiempo de un desayuno, ni con argumentos fáciles de exponer. Pero el motivo está ahí; sin ser una razón, es un sentimiento poderoso. Esta manera de sentir y hacer política no es por la gloria, sino todo lo contrario: es un compromiso con uno mismo, una imagen de lo que somos, proyectada en el futuro, que nos hace sentirnos orgullosos de lo que vamos a hacer y lo que ya hemos hecho. Yo no puedo pensar en mí mismo, a estas alturas, afiliado a ningún partido, pero tampoco puedo imaginarme haciéndome mayor e indiferente a la política, porque la política, como dice Francisco, no es ni más ni menos que “ese tratar los asuntos de la ciudad”. Recordar esas palabras, sencillas y claras, me hace recordar una vez más la definición de Lincoln de la democracia; confrontar esta manera de expresarse con la demagogia y la pompa característica de la clase dirigente me recuerda una vez más por qué estoy aquí.
Pero es muy complicado. Uno puede tener claras sus motivaciones, puede tener una escala de valores que se mantenga en pie, tener quizás un esbozo de lo que quiere hacer con su vida, pero, ¿qué hacemos frente a la injusticia, frente a la carestía democrática de este país? Analizo el gesto de mi interlocutor, reflexivo, serio y claro. Verle a él me recuerda en ese momento “a los más viejos de la asociación”. Gente que lleva desde antes de la transición soñando con estas cosas, que ha visto pasar el tiempo y las personas, y quizás ha visto estos proyectos levantarse y hacerse trizas una y otra vez. ¿Habrá cambiado algo para ellos? ¿Albergan nuevas esperanzas, nuevos temores esta vez? Deseo que su fuerza no nos abandone nunca, porque si la oportunidad es de los jóvenes, la experiencia es toda suya, y para esta tarea, no nos sobra de ninguna de las dos.
Nuestros pensamientos se cruzan y la conversación sigue por la línea de la oportunidad que supone la alcd y la revolución que es Internet para el ciudadano y, de ahí, al mundo real: hay que empezar por lo local, y a los jóvenes nos corresponde hacer el trabajo de acercarnos a la gente y “difundir” el mensaje. El motivo es sencillo: cada uno carga con su vida, y la vida de una persona se va llenando de cosas a medida que uno crece. Yo, que lo tengo todo por hacer, que no dependo de nada ni de nadie, ciertamente ocupo un papel distinto a Francisco, una persona que tiene su propio negocio y su familia. Nunca jamás le exigiría nada a nadie en esta asociación, porque aquí estamos porque queremos. Pero no puedo evitar la intuición de que estos pensamientos connotan una sensación esporádica de desánimo. Todos tenemos un límite y este empeño es complicado; es el más difícil. No dudo de que, incluso, el fracaso sería el resultado menos doloroso, y que es posible que algunos no podamos presenciar el fruto de nuestros esfuerzos. También recuerdo las sensaciones que me han dejado algunos episodios de mi vida en la asociación - compañeros que se han marchado ofuscados, debates enquistados, incursiones de gente dañina, la desilusión y el cansancio que produce la soledad y la falta de respuesta… -.
Hablamos brevemente sobre el blog. Advierto que Franky, a pesar de su prolongado silencio en el mismo, nos sigue muy de cerca. Eso me reconforta. Propone un argumento que me parece fundamental: llega un momento en que, un pequeño grupo, alcanza un punto de acuerdo en su opinión colectiva tal que la vía del debate se va empobreciendo; de algún modo, no queda mucho por discutir, luego la conversación se puede volver redundante. ¿Qué nos corresponde entonces? Corresponde pasar del plano de las ideas al de la acción. Es muy complicado buscar a gente, mucho más en el mundo real, pero, ¿qué otro medio tenemos? Si nos tomamos en serio esta opción política, ¿vamos a dejarnos achantar por un mundo reducido a un mosaico de partidos y filiales, vamos a dejar que nos acomplejen las teorías políticas dominantes, acaso pensamos que todo esto son veleidades? No lo creo para nada.
¿Y cómo se hace eso? El diálogo. El diálogo como herramienta en manos de los ciudadanos, como medio de persuasión. ¿Cuántas veces no habré empezado hablando pacíficamente de política para acabar belicoso y mosqueado? ¿Cómo enfrentar los prejuicios de la gente? Pregunto a mi compañero:
- Tengo muchos amigos con los que hablo de política y con la mayoría me ocurre que no puedo nunca llegar a nada claro, cuando hablo con unos me toman por un izquierdista, y cuando hablo con otros, por un patriotero de derechas -. Es un argumento típico; me responde tranquilo:
- Eso es porque no formas parte de su bando -. ¿Es tan sencillo? ¿Acaso toda discusión es un ejercicio de proselitismo? Interiormente asumo que es cierto; no está ahora mismo el horno para bollos, ni las tertulias políticas para bañarse en libertad. Prosigue Franky diciendo - la gente no comprende que la grandeza está en la diversidad -. Como tantas otras veces, las palabras de mis compañeros de la alcd enlazan con las frases que mi padre me ha ido dejando desde que tengo uso de razón política. Él suele decir: “sin alternancia, no hay democracia”. Al alumno le toca, por supuesto, esforzarse por superar al maestro: “sin diversidad, no hay democracia”. Reconocer la diversidad nace y queda dentro de cada uno, así que, sin saberlo, mi propio argumento se ha vuelto contra mí: “no seas tan cómodo de dejar que los bandos y los prejuicios dominen tu diálogo. Tienes que ser más listo y más osado que todo eso. No luches contra los prejuicios de nadie; lucha contra los tuyos propios.”
Comprender la importancia de la diversidad no es un acto de tolerancia. En ese contexto, la tolerancia parece algo clasista, un gesto prepotente. Una conciencia democrática que reconoce la diversidad debe demostrarlo a través del respeto, como apostilla acertadamente Franky. La idea se va formando poco a poco en mi cabeza, todavía muy borrosa: tenemos que acercarnos a la gente y, a través del diálogo, irradiar los principios que defendemos. La idea de llegar a los sitios y marcharme limpiando el polvo de mis sandalias después de haber sido ninguneado persiste. ¿Dónde está el límite? ¿Cuándo hay que decir “basta”? Está claro que no somos los perros de Paulov; el límite lo pone la libertad de cada uno, aunque me atrevería a fijar que el respeto es el mejor indicador. Es una cuestión de confianza en uno mismo.
La conversación se dirige hacia la sociedad, la calle. Las palabras de Anna Harendt todavía resuenan en mi mente, hablando del filósofo Lessing y su persistencia por mantener el mundo que se va deshaciendo en los “tiempos de oscuridad”. ¿Qué hace falta para recuperar este microcosmos llamado España? Franky opina que en un sistema sano, la esfera de la política se vería coaccionada por la esfera palpitante de la sociedad civil. La acción de la alcd debería encaminarse a revitalizar esa sociedad civil, alcanzando foros, sindicatos, asociaciones de consumidores, religiosas, culturales, vecinales… -. El ejemplo de otros países, con sus aspectos positivos y negativos, nos puede guiar en esta empresa. ¿Cómo hacer frente a un país saturado de partidismo hasta en los poros más pequeños de su piel? Mi idea, desde un principio, siempre ha sido convocar nuevos foros de debate, como matriz donde arraigase una nueva forma de entender la política, que rebosara esos foros y llegase a todos los rincones de cada ciudad, allá donde estuviera uno de sus participantes. Tan es así, que redacté un manifiesto que sirviera para convocar esos foros; ése fue el principio de mi relación con Franky, por un lado, y con Jesús Nava por otro, hasta que finalmente me integré en la alcd. Hablamos de la necesidad de esos foros, y mi interlocutor asiente. Habla de su experiencia, de la profusión de tertulias en las que participa, y de cómo la cultura de las tertulias se ha devaluado hasta convertirse en algo más semejante a espectáculo de vanidades. Parece que la partida de los oligarcas está tan avanzada que los foros se han convertido más en un mercado de opiniones y una platea para personalidades que en un punto de encuentro entre la sociedad civil y los personajes públicos. ¿Conseguiríamos algo fomentando foros de ciudadanos anónimos, declaradamente contrarios a los planteamientos de los partidos dominantes?
Una inquietud me asalta: recuerdo el ideario de la asociación, la palabra “libre”. ¿Cómo garantizar la coherencia con nuestros principios si creamos foros para persuadir a la gente a que se una a nosotros?
- Pero, Francisco, nosotros llegamos a la alcd por nuestro propio pie. ¿No deberíamos dejar que fuera la gente la que diera el primer paso? -. Su opinión es contraria. No podemos recrearnos en la belleza de nuestras ideas, ni regocijarnos por haber llegado a nuestro oasis de libertad. Todo esto no es más que un acto de auto - satisfacción que no nos libera más que transitoriamente de nuestras inquietudes. Internet es en ocasiones engañoso, y no llega a todo el mundo, ni podemos asegurar que llegue en condiciones a la gente. Internet es un medio y todo lo que tenemos en él hay que cuidarlo como a un tesoro, pero la lucha está fuera, en el mundo real.
- Tenemos que ser “la levadura en la masa”, como los primeros cristianos. - Es una imagen que bien merece el título de este artículo, porque, como diría Gundisalvo, no se pué asé mejó.
El plan se va aclarando: tenemos todo el trabajo por hacer y el mundo nos espera. No somos nadie para entrar en la libertad de los demás, decirles lo que tienen que decir o hacer, pero tenemos la responsabilidad de contarles lo que hay, darles al menos la opción de escoger. La gente compra libros, lee y comenta en internet como si no tuvieran mayores consecuencias sus palabras ni sus opiniones. Pero aquí estamos, deseando hacer algo más que ver cómo nos roban la dignidad. Pensando como ciudadanos libres por la democracia. Preparándonos para ser la nueva “levadura en la masa”.
Va por tí, Franky.
Clandestino Says:
Estimado Manuel. Eres un romántico y melancólico, al que veo algo desorientado. Tu energía puja por salir a la luz y solucionar asuntos sociales de tantos que hay en precario, pero das vueltas y vueltas sin encontrar la salida al laberinto que se enreda en tu mente. Estás perdido sin remisión. Estás condenado a ser un sirviente a la causa para el resto de tu vida. Ese es el síntoma que te llama al 'destete'.
Eres inteligente, trabajador y decidido, con bastantes ideas y buenos sentimientos. Ahora te sientes como un barco a la deriva y oteando nervioso, para divisar un buen muelle de amarre. Los buenos buques no está hechos para criar algas en los muelles. Se hacen para largas e importantes travesías desafiando a los océanos. Ya no eres un 'cachorro'. Has de adoptar una postura de más determinación y arrojo, ya que no te falta coraje. La obtendrás cuando te 'destetes' definitivamente.
Tienes una máquina de pensar envidiable y la suerte de ponerla al servicio de la comunidad para colaborar con ella, en conseguir la convivencia pacífica, en la normalidad democrática. Respeta las ideas y la experiencia del 'panteón de ancianos' pero no subordines tus ideas a las suyas ni a las de nadie. Hemos vivido mucho y aprendido mucho, pero también nos hemos dejado atrás la frescura y la vitalidad de nuestro ideario. Nuestros vicios y traumas pueden ser un lastre para los relevistas y eso no es bueno para nadie, mucho menos para tí. Un buen consejo siempre te vendrá bien, pero siempre se esperarán tus aportaciones, en este rio ancho y caudaloso que compartimos, codo con codo, con los genios y los trolls.
Hazte un ideal democrático propio sobre el que edificar tu lucha. Enriquécelo y forja tu carácter y consolida tu energía en él. Será tu referente sobre el que girarán tus decisiones y discursos. Tu brújula y tu timón. Más cuanto más desbrozado, nítido y hermoso. Cuanto más llene tu orgullo en la honorabilidad de servirlo. Él te dará la seguridad y la fluidez que buscas en otros. Te marcará las pautas y directrices. Has de saber que te embarcas en una lucha de solitarios individualistas. Podrás apoyar proyectos e ideas afines, pero nunca serás parte de una unidad en la uniformidad. Si aceptas estar en un equipo, asumirás las responsabilidades que decidáis compartir, pero jamás cerrarás los dos ojos al tiempo, velando porque tu proyecto se mantenga intacto o sea bien nutrido y enriquecido, porque siempre habrá moscones y caudillos buscando protagonismo y eso será su mayor enemigo. Tu proyecto será parte tuya. Donde él no quepa, tú no querrás entrar.
Te espera una labor titánica y desagradecida. Te sentirás como Sísifo. Pero cuando te contamine la sangre, aunque quieras ya nunca podrás dar marcha atrás. Puede que nunca sepas si eres de utilidad a algo o a alguien. Tendrás errores, dudas, y frustraciones, pero de todas ellas aprenderás. Especialmente de las decepciones, que te marcarán más que otra cosa. Tendrás que aprender a separarlo de tu vida profesional (si no te dedicas a la política) social y familiar, porque sino te odiarán. Tendrás que resignarte a sufrir el resto de tu vida, el vivir en la paradoja de ser un solitario luchando por la causa común, sin más reconocimiento ni beneficio, que la paz de tu conciencia. Que tampoco está mal.
Pero aún estás a tiempo de dejarlo. De no 'enrolarte'. Me he permitdo darte unos consejos, en el deseo de que decidas arremeter contra los que ponen palos en las ruedas de la democracia, disparando buenas andanadas de argumentos, de tantos que sobran y que tan bien manejas.
Te espero en 'las trincheras'.
Saludos
Posted on 30 de abril de 2008, 1:56
Anónimo Says:
Hola Manuel. Ya sé que ando desaparecida y que te debo una respuesta a tus correos, pero no he querido dejar de escribirte un par de líneas aquí para animarte en tus proyectos y recordarte como bien te dice Clandestino, tu mayor y quizá único beneficio sea la paz de tu conciencia, algo fundamental para la gente como tú.
Un saludo
Posted on 3 de mayo de 2008, 0:07
manulissen Says:
No esperaba tanta profundidad ni creo que me merezca tanta atención por vuestra parte. Os lo agradezco de corazón.
No creo que tenga mucho sentido responderos, porque me tenéis calao y porque a lo que me decís sólo puede responderse con hechos.
Un abrazo y gracias.
Posted on 3 de mayo de 2008, 8:39