Una idea sobre nuestro sistema político - IV

Este lento y profundo análisis sobre nuestro sistema político continua, a la espera de que el PP se aclare de una vez consigo mismo y pasen los 100 días de rigor para valorar la labor de Rosa Díez como parlamentaria y única representante pública de UPyD. Mientras tanto, después de valorar los problemas estructurales que tiene nuestro sistema político como ciudadano, establecer un método para valorar las propuestas existentes y entrar al trapo del programa electoral del gobierno socialista, creía necesario mostrar una panorámica alternativa de nuestro sistema - mal llamado democracia - apelando a un buen ensayo que he encontrado buceando por la red, de un señor de Orense llamado Manuel Domínguez Quiroga, a quien felicito por su sencillez, claridad y contundencia.

El artículo está organizado en diez apartados, donde el autor desarrolla las diez características que, en su opinión, definen nuestra democracia. Éstas son sus palabras:

  1. Memoria.
  2. El 20 de Noviembre de 1975 moría Franco produciendo un gran sentimiento en la inmensa mayoría de la población y un estado de expectación en los menos. De estos, algunos -muy pocos- formaban parte de algún partido clandestino, otros habían viajado al extranjero y comparaban aquellos regímenes con lo que pasaba aquí y, finalmente otros -incluso a veces sin tener las ideas muy claras- deseaban que las cosas no siguiesen siendo como eran, que se les dejase dar su opinión, que se contase con ellos. Querían, en definitiva, un gobierno del pueblo, es decir (derivando del griego) una demo-cracia.
  3. Preparación.

    De poco importa imponer un sistema democrático si la gente no conoce y acepta interiormente sus premisas y compromisos. Decirles, simplemente, que va a mandar quien saque más votos en unas elecciones es una forma burda de explicarlo, pues, si no se dice nada más, cada uno lo entenderá a su manera y el objetivo no será la democracia sino los votos (que se buscarán por el medio que sea, lícito o ilícito, pacífico o violento) con lo cual se estará dando la categoría de fin a lo que no es más que un medio. Se confundiría la herramienta con la obra que se quiere construir.

    La esencia de la Democracia consiste en estar dispuesto a aceptar el criterio de la mayoría aunque se considere equivocado. ¿Estaban los españoles preparados para eso? ¿Estaba el país preparado para la Democracia?

  4. Circunferencia.
    Es curioso, pero la trayectoria de nuestra democracia ha dibujado una CIRCUNFERENCIA perfecta en el tiempo. Partiendo de un punto de origen, llamado Democracia Orgánica, hemos trazado esa circunferencia y estamos de nuevo en otra Democracia Orgánica. ¿En que consistía tal concepto en los tiempos de Franco? En que el individuo no tenía voto como persona, sino como integrante de un organismo. Y eran estos organismos, controlados por una casta política sumisa y lacaya, los que decidían. Hoy ocurre lo mismo, sólo que en vez de llamarse Sindicato Vertical, Consejo Nacional de esto o de lo otro, se llaman PP, PSOE, IU, etc. Sí. Hay alguna diferencia: aquellos organismos eran de un sentir homogéneo y los de ahora pueden tener criterios distintos. Por otro lado, cada cuatro años podemos elegir un órgano "dictador" u otro. Pero el sistema, gobierno de unos organismos, es el mismo. Técnicamente, estamos en una Democracia Orgánica. Podemos admitir que esta Democracia Orgánica es mejor que la de Franco, pero sigue siendo Orgánica. Y si este epíteto pudiera resultar molesto u ofensivo, podríamos darle otro, también adecuado y compatible, el de "partitocracia". Si democracia es el gobierno del pueblo, partitocracia es el gobierno de los partidos. Y esto sí que no lo puede negar nadie.
  5. Normas.
    El hecho es que se partió de una Ley Electoral (2)que, en aquellos momentos de incertidumbre y desconexión con el entramado social, sirvió para aclarar posiciones, es decir, delimitar poderes, grupos y tendencias. Sirvió, que duda cabe, para marcar un comienzo, para tener un punto de partida. Pero una vez hecho esto, esa Ley tenía que haberse cambiado, porque fue una Ley de circunstancias, pensada, por un lado, para evitar la avalancha de minipartidos que se temía (la famosa "sopa de letras") y por otro para beneficiar a aquellas agrupaciones no nacionales pero con una fuerte implantación en alguna circunscripción (provincia) determinada, caso de los nacionalistas vascos y catalanes a los que se quiso contentar. Aquella Ley primera fue substituida por una posterior Ley Orgánica(3) modificada hasta 12 veces (la última en Noviembre del 2003), por otras tantas Leyes Orgánicas(4) admitamos que mejorando aspectos organizativos, de procedimiento, económicos, penales, etc., pero manteniendo cuatro criterios invariables. Este número (sólo 4 artículos) es insignificante cuantitativamente si lo comparamos con los 227 totales (más un montón de disposiciones adicionales y transitorias) que tratan todo lo relacionado con las elecciones, su convocatoria, su campaña, su realización, escrutinio, financiación, etc. Pero resultan trascendentales a efectos prácticos a la hora de valorar los resultados. Esos criterios son (para el caso del Congreso):

    La provincia como circunscripción electoral,

    Las listas cerradas y bloqueadas,

    El mínimo de votos exigido a cualquier formación y

    La aplicación del algoritmo conocido como Ley d´Hondt(5)

  6. Sistema.
    Volviendo al caso de Madrid y Soria, operando (no ya sobre el censo) sino sobre datos reales del último escrutinio y considerando los votos válidos, tenemos que, en ambas provincias, la candidatura que más votos obtuvo fue la del PP, pero mientras en Soria (con 2 diputados obtenidos) toca cada diputado a 14.593 votos, en Madrid necesitaron, para cada uno de sus 17 diputados, nada menos que 92.743 votos. Es decir, más que toda la población de la provincia de Soria junta. La cosa está clara: el voto de un soriano vale 6,35 veces más que el de un madrileño. Estos son los dos casos extremos, pero entre uno y otros hay todo un abanico de diversidades. Por eso podemos decir que, en términos electorales, NO todos los españoles somos iguales ante la ley.
  7. Fórmula.
  8. Listas.
    Los españoles no podemos votar a personas. Ni para el Congreso, ni para la Comunidad Autónoma, ni para el Municipio, ni para el Parlamento Europeo. Votamos a un partido. Aquel que queramos, eso sí, sólo faltaba, pero, necesariamente, a un partido. El hecho de que ese partido esté representado por una lista con unos nombres y apellidos no es más que una apariencia, un paripé. Los nombres de las personas físicas que figuran como candidatos no son más que la "tapadera" para ocultar el engaño. Cada lista es, en si, una relación de "hombres de paja" de un determinado partido.
  9. Malentendido.
    ¡Cuántas veces oímos decir "El pueblo es sabio", "El pueblo no se equivoca"! Pamplinas. El pueblo ni es sabio ni es ignorante. En tal caso esas cosas lo serían los individuos. Y equivocarse, el pueblo, lo hace cientos de veces. Lo que ocurre es que no se entiende la idea elemental, el "motivo", de la democracia. Y este es bien sencillo. En una comunidad civilizada, con gentes de distintos pareceres sobre lo que se ha de hacer comunitariamente, en la que unos opinan que hay que hacer las cosas de una manera determinada y otros de otra, se toman dos acuerdos básicos: 1º. - Buscar un parámetro que decida quién ha de tomar las decisiones. Y 2º.- Que ese parámetro sea la mayoría.
  10. Retribución.

    Con el sistema actual lo que se está fomentando es la profesionalización política de gente que no tiene muy definido su futuro profesional. No podemos generalizar, naturalmente, pero si nos pusiésemos a analizar la historia profesional de cada uno de nuestros políticos veríamos que hay muchos que son... sólo políticos, que siempre fueron políticos y que su aspiración en la vida es seguir siéndolo.

    Si de lo que se trata es de representar a los conciudadanos lo justo es que se compense y recompense por lo que eso pueda suponer de sacrificio y renuncia, no que se retribuya un puesto de trabajo, como si de una relación laboral se tratase, que no la es.

  11. Inhibición.
Pueden ver el artículo completo en esta dirección.

2º encuentro en la calle

El “2º Encuentro de la Calle” vuelve
para reivindicar el ocio sin barreras

Organizado por personas sin hogar y voluntarios de siete entidades diferentes, el encuentro reclama actividades de ocio más accesible para todos y todas.

¿QUÉ ES?: Con el lema 'Por un ocio al alcance de tod@s', este encuentro que aglutina a personas sin hogar, voluntarios y vecinos que disfrutan de una jornada repleta de actividades gratuitas como juegos de mesa, obras de teatro, conciertos y exposiciones, entre otras.

¿POR QUÉ?: Las personas sin hogar constituyen uno de los colectivos que más barreras encuentra para acceder al ocio, y no sólo por razones económicas, sino por la exclusión social. Conciertos de música, exposiciones, museos, obras de teatro, ver una película de cine... El ocio está cargado de ofertas atractivas entre las que podemos elegir. Estamos tan acostumbrados y tenemos tan cerca el ocio que no solemos recordar que existen muchas personas privadas de disfrutar de este derecho.

¿CUÁNDO Y DÓNDE?: El Encuentro tendrá lugar el sábado 17 de mayo en la Alameda de Hércules, de 12 a 18h. Gratuito.

¿QUIÉN LO ORGANIZA?: Asociación Antaris, Asociación Cristo Vive, Asociación Voces contra la Exclusión, Fundación Nueva Tierra, Asociación Familia Vicenciana (Proyecto Miguel de Mañara), Ong Solidarios para el Desarrollo, Sociedad San Vicente de Paul.

MÁS INFORMACIÓN:

- ANTARIS: 954 90 64 41

- CRISTO VIVE: 954 38 83 03

- FUNDACIÓN NUEVA TIERRA: 954 26 80 97

- MIGUEL DE MAÑARA: 954 90 89 25

- SOCIEDAD SAN VICENTE DE PAUL: 955 98 19 46

- SOLIDARIOS PARA EL DESARROLLO: 954 48 60 23

- VOCES CONTRA LA EXCLUSIÓN: 954 48 60 23

¡PÁSALO!

¿Constitución Europea? ¡Que decida el pueblo!

Leo en el blog de Ocol que finalmente se ha decidido que la Constitución Europea sea aprobada por el poder a espaldas de los ciudadanos. Concretamente, en Diciembre del año pasado se firmó el Tratado de Lisboa, por el cual los gobiernos europeos se comprometían a aceptar la reforma de la Constitución previamente rechazada en referéndum por franceses y holandeses, con su entrada en vigor el año 2009. Más información sobre el proceso de reforma institucional y el Tratado de Lisboa está disponible en el portal de la unión europea.

Como no podía ser menos, grandes organizaciones civiles de Europa se han organizado para exigir la participación ciudadana en el proceso de reforma, cuyas consecuencias políticas podemos imaginar. Este movimiento está extendiéndose por plataformas y redes sociales y lo mínimo que puedo hacer, como ciudadano defensor de la democracia, es apoyar esta causa.



PD: No me resisto a comentar el gráfico de participación en la campaña o, mejor, dejar que se comente sólo: el siguiente gráfico muestra la participación de ciudadanos de diferentes nacionalidades europeas que han apoyado con su firma la iniciativa. Obsérvese el nivel de participación español y los países con una participación similar.

Ya en 1808

¡Ah! Antes que Bonaparte enviase sus legiones a la España éramos esclavos de Godoy; y si repasamos los reinados anteriores, veremos que el honor, la vida y los bienes de nuestros padres, pendiente todo de la voluntad y del capricho de una reina, de un privado, de un ministro y de todos los que tenían algún favor: los veremos conseguir empleos, distintivos y todo, no por ser hombres de costumbres y de luces, sino por haber sobresalido en el arte de complacer y de adular (...).

Para que la España logre ser feliz y nuestros hijos nos bendigan, es preciso arreglar el gobierno de tal suerte, que de hoy en más cada español penda de la ley y no del magistrado ni de otro alguno (...).

El reino de Castilla y el de Aragón tuvieron lo que llamamos Cortes y en verdad que los reyes y sus ministros pendían de ellas. Las Cortes establecían las leyes y cuidaban de su observancia, y sin su consentimiento ni se echaban contribuciones, ni se levantaban regimientos a expensas de la nación (...).

No solamente tiene la España el derecho, sino obligación la más sagrada de restablecer y reformar las Cortes. Derecho: porque cualquier nación es una junta de hombres libres, que no pueden serlo por sí solos, o en el estado que llaman de naturaleza, se reunen en sociedad para que, obedeciendo todos las leyes, ni la miseria de los unos, ni la abundancia de los otros, ni las pasiones cualesquiera, turben la seguridad de cada uno. Obligación: porque la tiene todo hombre de atender a la conservación justa de su vida, de su hacienda y de su honor, y si los españoles penden únicamente de la voluntad del monarca y de sus ministros, ¿qué ciudadano podrá estar tranquilo ni seguro? (...)

Volvamos los ojos al reinado de Godoy y veremos con dolor que su tiranía disminuyó la castidad y aun el pudor de nuestras matronas, hizo desmayar al militar y al literato en su carrera, pobló a los tribunales y otros cuerpos sin más mérito que el de haberse casado con sus sirvientas y favoritas; arrinconó, encarceló y desterró al hombre justo que tuvo la firmeza necesaria para resistirle; empobreció con enormes impuestos y contribuciones a las más de las familias, y puso al labrador y al artesano en la necesidad de pedir limosna o de robar para sustentar a sus tiernos hijos. En fin, Godoy y los otros tiranos que le han precedido en España, además de hacer infelices a los que han vivido en su tiempo, han cometido y han hecho cometer más crímenes que cuantos facinerosos y asesinos particulares ha tenido esta nación (...). La España no solamente tiene derecho, sino obligación a establecer un gobierno sólido que la libre de Godoy y otros tiranos y que cualquier español la tiene igualmente de derramar su sangre por conseguirlo.

Pero la mudanza de gobierno y su reforma, dirán, lastimaría los derechos de algunos particulares. Derechos contrarios al bienestar de las naciones, ni son ni deben ser conservados. ¿Y no somos todos españoles y cristianos? ¿Pues por qué hemos de creer que cien particulares no tengan la generosidad de perder parte de sus comodidades, y de privilegios mal adquiridos en bien de toda la nación? Fuera de que, el Grande, el eclesiástico y todos los demás, ¿tendríamos cosa alguna si la nación toda no hubiese querido morir antes que ser esclava de Bonaparte? Al labrador y al artesano debemos principalmente nuestra libertad, nuestra vida y nuestros bienes y empleos: seamos, pues, agradecidos, poniéndonos en estado de que trabajando y siendo virtuosos, vivan gustosos y contentos.

Julián Negrete, de su Política popular (Ago - Sept. 1808).


Extraído del libre Antonio Elorza y Carmen López Alonso. Arcaísmo y modernidad. Historia 16, 1989.