Sr. Presidente,
le escribo desde la mayor preocupación, después de haber visto varias veces el intercambio de impresiones electorales que comparte usted con el Sr. Gabilondo tras su entrevista del otro día. Por si no lo recuerda, le pongo en situación: vino a decir usted, a una pregunta sobre los sondeos internos que manejaban, “que les conviene que haya tensión”.
Sr. Presidente de Gobierno: recuerdo, en la larga historia de los micrófonos impertinentes, comentarios dichos a destiempo, amplificados por el injusto artilugio hasta el escarnio, pero no había recordado ninguno que me hubiera preocupado. Hasta ayer, no eran más que gestos propios de esos pacientes de “incontinencia verbal” que, transitoriamente, vienen a ocupar su puesto y que, en cualquier caso, no hacían sino confirmar su falta de audacia. Pero usted, Sr. Presidente, se ha caracterizado durante estos cuatro años por el virtuosismo en el manejo de los tiempos, las formas y los gestos; usted ha hecho de la política un arte de filigrana. Podría pensar que no se trata más que de un traspiés, pero me viene a la memoria el incomprensible achaque que tuvo usted con el Sr. Ramírez y mi fe en su persona titubea: ¿Por qué se muestra patizambo ante la pluma, si es usted dueño de la lengua más fiera desde su púlpito? Usted ha sido el único presidente capaz de pedir perdón por un brindis al sol, el único que ha sacado a la luz la naturaleza política de ETA; usted ha apostado su valía a la carta de una negociación aventurada. Tiene usted agallas, señor. ¿Podría calmar usted mis temores?
No se lleve a engaño, Presidente. Fue usted presentado en la entrevista de marras como lo que es – primero, por su estatus presidencial y, después, por su condición de aspirante – y es claro y evidente que usted cumple su contrato – como usted honradamente dice – las veinticuatro horas y hasta el último día. Entiendo por tanto que usted, cuando habla de tensión, se refiere efectivamente al estado de impaciencia y exaltación entre sus adeptos: impaciencia, por las horas que faltan para acudir a las urnas, y exaltación de su presidencia, única e irrepetible. Pero sabe usted que nuestra lengua se presta con demasiada facilidad a los matices y que es hija de este pueblo marrullero y burlón. No se engañe pensando que toda España comprende lo que dice, pues sabe que hay muchos que no tienen oídos para escucharle y también sabe que estas palabras son como la hojarasca: poca cosa cuando se limpia, pero la mecha de un incendio cuando se deja correr. ¿Puede iluminar, Sr. Presidente, toda sombra de duda sobre lo que ha dicho?
Conforme se va acabando la legislatura, Sr. Zapatero, repaso el ábaco de mis alegrías y mis decepciones a propósito de su tarea ejecutiva (curiosa mezcolanza de palabras: que a los cuatro años de cargo en el poder ejecutivo se les llame “legislatura”) y, aunque podrá usted percibir mi cercanía hacia sus postulados por esta carta, he de decirle que el broche que le está poniendo usted a su andadura trastoca hasta cierto punto las cuentas que había estado haciendo. Quizás haya sido una legislatura marcada por la crispación, acotada por la verdad (pues empezó con nuestro actual Ministro de Interior exigiéndola y finaliza con usted empuñándola cual martillo pilón contra los “tiburones de madriguera” de esotra España) y quizás también haya estado sujeta al tórrido juego político y mediático como pocas, pero, siendo usted hombre de estado, sabe que corresponde, en esta lucha quijotesca contra la sinrazón, el ejercicio incondicional de la corrección fraterna que comienza con el ejemplo propio. Usted y su gente ha venido demostrando, hasta la fecha, un estilo aristocrático en este sentido y me congratulo por ello. Pero los gestos de estas últimas semanas me hacen dudar sobre sus gustos, aunque quizás sería pedir demasiado que coincidiéramos en un asunto tan peculiar. No sería esta reflexión más que una anécdota para mis soledades si no fuera porque, a raíz de ella, he venido a preguntarme si en realidad existe una discontinuidad en su figura, un guión invisible que separa a “José Luis Rodríguez” de “Zapatero” y hasta tal punto llega a plegar su figura que lo convierte – quintaesencia de la política – en un espejo: que da usted por la cara vista el reflejo que cada cual ve y, por la oculta, simple metal. Sólo le pido que me aclare esta pequeña duda: ¿Quién es usted, Sr. Presidente: es aquél que nos muestran las noticias, los mítines y la propaganda, es usted un genio de la lámpara, es usted el Mesías del socialismo del siglo XXI?
Se lo pregunto con total inocencia y sin afectación, porque si en realidad siente usted que el dedo de la Superestructura histórica le ha tocado y que se despeja el camino para la transformación definitiva de esta sociedad anquilosada y pendenciera, no quisiera menos que animarle a que deje de dar entrevistas a quien mal le quiere y cerrar a los lenguaraces resentidos que porfían por su caída, acelerando así el progreso imparable. Pero si siente usted que todavía necesita confraternizar con el enemigo, asido al brazo fuerte del Partido para calar entre los agnósticos, apoyado en quienes han depositado en usted sus esperanzas para lograr así el cambio del Sistema desde dentro y desde arriba, le deseo honestamente que recupere usted prontamente la salud oratoria y que se cuide usted el talante, que buena falta nos hace.
No quisiera despedirme sin pedirle encarecidamente que recuerde usted en sus meditaciones a todos los socialistas que sufridamente ven la vida pasar bajo el sol de su mandato a su mayor gloria; muy en particular, me acuerdo ahora de Emilio Pérez, que tanto sufre por culpa del nacionalismo excluyente y fascista que algunas tardes viene a incordiarle.
Que Dios le guarde a usted muchos años.
Ijon Tichy Says:
Pues si Dios le guarda y Ala le vota, tenemos líder para rato.
Muy bueno, Manuel
Posted on 14 de febrero de 2008, 14:58
Germánico Says:
Si, estoy de acuerdo con Ijon. Pero mucha carta para ZP me parece esa. ¿La leería entera?....
Posted on 15 de febrero de 2008, 12:20
manulissen Says:
Jeje, Ijon. También podría significar que ojalá Dios lo guarde de volver a gobernar, y sobre lo de tener líder... tengo un concepto del liderazgo diferente del tuyo, por lo visto. Vamos a suponer que el caldito con el nuncio no ha sido suficiente para disuadir a ZP de su ZPentrismo y que mentarle a la competencia no le sentaría bien.
Sí, Germánico. Me resisto a enviársela, no porque dude de su capacidad para pasar los ojos por encima, sino porque no estoy seguro de que sirviera. No creo que el rapaz sea tonto, sino flojo y cabrón como pocos.
Un saludo.
Posted on 15 de febrero de 2008, 13:15