A unas horas del I Congreso sobre Política y Solidaridad, aquí en Sevilla, voy a dedicar un ratillo a ordenar mis pensamientos antes de la cita para sacarle el máximo partido. He perdido el nervio bloguero y me duelen un poco los dedos al aporrear el teclado, por eso cuidaré de decir cosas valiosas y de guardar silencio en aquellos temas del congreso en los que mi voz y mi experiencia tengan poco que decir.
En primer lugar, me alegro de que un partido político (SAiN) venga a dar respuesta a mi iniciativa de plantear un debate en profundidad sobre la crisis. Entiendo que su propuesta es más coherente y factible que lo que yo pretendía hacer, ya que ellos quieren analizar la crisis poniendo el foco en los más desfavorecidos y quienes trabajan con ellos, mientras que yo, felizmente, aspiaraba a sensibilizar a esa porción entumecida de la sociedad, sin medios ni argumentos para ello. No sé si SAiN es un partido que aspira a gobernar o simplemente a seguir siendo una opción minoritaria, pero sí que veo en la organización de este congreso voluntad de fomentar espacios de encuentro entre el mundo político y el mundo asistencial - solidario, lo que me parece un gesto digno de elogio. Con independencia del signo ideológico que les inspire, me interesa mucho lo que se vaya a decir en este Congreso.
Entrando al trapo de la temática, me gusta la polémica que suscita el tríptico desde el subtítulo (Hambre, paro, esclavitud infantil y aborto son crímenes políticos. Deben desaparecer) hasta la denominación de las mesas de trabajo. A veces, el único modo de poner en marcha este tipo de iniciativas es "A Dios rogando y con el mazo dando", porque, en estos momentos, resulta imposible animar al personal con sofisticaciones y tibiezas. No obstante, me gustaría entender el lema del congreso (Por una política que tenga la solidaridad por principio) en la línea del objetivo específico del evento, que los convocantes formulan así:
Reunir a numerosas personas, grupos y asociaciones con el objetivo de hacer avanzar el principio de la solidaridad con los empobrecidos y los débiles en el campo de la política.Si resulta difícil clasificar a las personas en el espacio de las opiniones e ideologías políticas, más difícil resulta sintetizar a las diferentes formas de gobierno, a poco que nos movemos de las coordenadas mentales que marcaron en su día los griegos. Sin embargo, tenemos que hacer un esfuerzo por avanzar en esta descripción, ya que palabras tan presentes como "solidaridad" no tenían equivalencia en la mentalidad de su tiempo. De algún modo, cada modelo político es contingente al lenguaje que lo define y, por extensión, a la cultura y la idiosincrasia de la época en que dicho lenguaje tiene vigencia. Por eso mismo, tampoco tiene mucho sentido apelar a los términos de la revolución francesa, ni tampoco al materialismo histórico. Sólo en la medida en que perviven las injusticias que alimentaron la rebelión contra los privilegios de clase, la explotación y la marginación social y política de una parte de la sociedad, tiene sentido apelar a términos que, de otro modo, sólo podrían sostenerse con muletas, en ciernes, como estamos, de un cambio de paradigma en el plano económico, político y filosófico. Así pues, debemos hablar de una solidaridad más allá de la fórmula igualdad + fraternidad si queremos hablar de soluciones y planes de futuro y evitar la melancolía y el idealismo.
No estoy yo para discutir si la crisis ha sido un mazazo a la oligarquía de partidos, el capitalismo desaforado o la dogmática progresista. Creo que, a raíz de la crisis, todas nuestras viejas ideas se irán pudriendo para formar una especie de compost que sirva de cobijo para la semilla del mundo nuevo, que, ahora mismo, sólo podemos imaginarnos. En muchos sentidos, estoy convencido de que pasaremos por una etapa de paganismo y profunda ignorancia; de barbarie. Este contexto que se va perfilando en el horizonte será, posiblemente, una ocasión que no desaprovecharán las viejas lobas para volver a hincar el diente al alma humana, por eso, debemos hacer un esfuerzo grande por avivar el seso y no bajar la guardia.
Prevenido contra una solidaridad incompatible con la libertad, una solidaridad rancia, achacosa y dogmática, espero ver en el primer congreso "Política y solidaridad" una muestra real de esa solidaridad que forma parte del engranaje de la solución de este gran reto que es la crisis. Estoy de acuerdo con la gente de SAiN en que la crisis abre espacio para nuevas iniciativas y puntos de encuentro y que las fuerzas políticas son las que reunen el liderazgo y poseen el poder de convocatoria necesario para poner en marcha a la sociedad. Ojalá vea, también, destellos de la Era de la Emancipación en la voz de los ponentes y que sepan hablar para construir y aparcar sus complejos, manías y fijaciones personales para dar la oportunidad a todo el mundo a sentirse parte de esa gran labor - intachable, por supuesto - de atención y apoyo de los más desfavorecidos que, son, sin duda, los primeros damnificados de esta crisis, pero también semilla de esperanza.
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