Hacer algo o sucumbir en el intento

Llevo varios meses escribiendo artículos que después he renunciado publicar. Hablaban de la crisis y de la situación política que la envuelve. Precisamente por eso, ¿para qué iba a publicarlos? Quiero decir: ¿qué podía aportar a la avalancha de noticias y de análisis que se han hecho sobre el tema? He seguido de cerca varios diarios y blogs que han centrado sus contenidos en el asunto de la crisis (sin adjetivos como "financiera" o "económica"; creo que es más que eso) y el volumen de visitas que han registrado no deja lugar a la duda: la gente está preocupada por el tema y se está informando.

Algunos de los muchos artículos que he ido guardando en mi cajón de sastre en este tiempo son realmente buenos y sólo por eso merecen ser citados.

... en fin; la lista se haría infinita, pero vamos a dejarla aquí.

Me hubiera gustado tener algún tema del que hablar para poder regar este grano de mostaza, pero hace tiempo que me siento desilusionado con las capacidades de las redes virtuales y bastante escaso de ingenio, quizás como consecuencia de lo anterior. A estas alturas, si hay un motivo por el que permanezco en este mundo virtual es para no perderle el rastro a esos espíritus inquietos que he conocido y para dejar constancia de alguna locura como la que vengo hoy a relatar.

Hace años que decidí involucrarme en el proyecto de la Asociación Libre de Ciudadanos por la Democracia porque tenía un planteamiento político que casaba perfectamente con el mío. La ALCD fue mi hogar durante mucho tiempo. Después de su prematura defunción, el espíritu de la asociación sirvió de primera piedra de Ciudadanos por la Democracia y ahí sigue, esperando a que vengan más piedras para completar la obra. Yo he seguido en CiuDem y no tengo intención de moverme de ella porque no sólo tiene un planteamiento honesto y humilde, sino auténticamente democrático. Tengo la intención de cumplir en ella la promesa que hice en su momento de "hacer todo lo posible para traer la democracia a este país" y en ello estoy. Pero es más difícil de lo que pensaba.

Desde hace dos años he hecho un sacrificio por participar en algunos eventos políticos y por acercarme a la sociedad civil y los blogs de mi ciudad. Mi objetivo siempre ha sido buscar a gente con una sensibilidad e inquietudes compatibles con las mías con las que empezar a construir lo que podría ser un grupo de reflexión democrática. A largo plazo, esperaba que mis esfuerzos me permitieran conocer a gente con la que fundar una "Asociación Ciudadanos por la Democracia" aquí en Sevilla, pero no he podido cumplir ni siquiera mi primer objetivo; no digamos ya el segundo.

Nunca me han valido las excusas que empiezan con "es que la gente" o "es que esta sociedad". Todo lo contrario, me agobia la idea de que mi trayectoria vital sea como un rayo de luz que se refleja completamente cuando quiere entrar en el mundillo de la política. Por decirlo de otra manera, me siento como una gota de aceite que se quiere disolver en un vaso de agua. Es como si no fuera la persona adecuada, lo que no deja de ser una chorrada, porque ser ciudadano no necesita marchamo ni pedigrí. Es esto último lo que me cabrea: mi única aspiración es ser ciudadano, así que, en vez de pasar mis ratos libres tocando la guitarra, tomando cervezas con los colegas o jugando al furbito, me siento preso de un terrible cargo de conciencia por no hacer absolutamente nada por arreglar el mundo, por acabar todas las conversaciones que tengo con un "es que no se hace absolutamente nada" y saber que yo también estoy dentro de esa observación, que no sabría si calificar como una frivolidad, una hipocresía expiatoria o puro formalismo social.

Dijo mi compañero Ocol, hablando precisamente de la crisis, que:
"... las crisis las causamos nosotros, y nosotros podemos ponerles fin. Si un número suficiente de personas tuviera la voluntad de actuar de forma diferente, cambiar las cosas sería sencillo, porque las medidas concretas para regular adecuadamente la actividad económica son más bien obvias, fácilmente alcanzables una vez se sabe lo que se quiere conseguir.
Pero si no hay voluntad de cambiar, y ahora mismo este es el caso, no hay solución."
Cada vez estoy más convencido de que tiene razón, pero un resquicio de honestidad me obliga a reconocer que no tengo ni idea de si de verdad no hay voluntad de cambio o es que sencillamente no he llegado a conocer a esa gente que, más dispersa o más reunida, quiere poner una solución (aunque sea una tirita) a los problemas que nos rodean.

No puedo tirar la toalla sin saberlo, y por ese motivo he decidido dar el único paso posible. He estado buscando asociaciones y foros que hayan convocado últimamente una tertulia, una mesa redonda o una charla sobre la crisis y me he llevado el chascazo de saber que no sólo son pocas sino que, además, en su mayoría estaban protagonizadas por gente de partidos políticos o estaban organizadas por asociaciones financiadas por partidos políticos.

Me opongo frontalmente a eso: me niego a pensar que, con el panorama que tenemos en este país, la gente se conforme con leer buenos artículos o análisis sesudos sobre la crisis y no sienta la necesidad de reunirse físicamente a discutir sobre el problema. Hay que convocar una mesa redonda ciudadana sobre la crisis, a pesar de las dificultades.

La semana pasada le presenté la idea a mi amigo Francisco Rubiales y me dijo que le parecía muy oportuno y que parecía relativamente fácil conseguir un lugar y unos buenos invitados, pero que me enfrentaba a dos escollos importantes: la financiación y la asistencia. Quedamos en que le remitiera un primer presupuesto para estudiar el tema y yo le dije que antes necesitaba consultar el tema con más personas. A lo largo de la semana me he dedicado a enviar correos a diferentes entidades sevillanas (Cáritas, Coordinadora de Asociaciones Independientes de Sevilla, la Confederación Andaluza de Empresarios y Ciudadanos de Espartinas) y tengo pensado enviar algún correo más, aunque, como me ha pasado otras veces, me temo que no me llegará una respuesta.

En otras ocasiones me he puesto en contacto con otros blogs para comentarles alguna iniciativa, pero jamás he recibido una respuesta (ni afirmativa ni negativa), así que no voy a caer otra vez en lo mismo. Esta vez simplemente quiero dejar constancia aquí de que tengo una idea completa de lo que quiero hacer y tengo un presupuesto y una planificación que me encantaría discutir, o al menos ofrecer a quien le interese el tema o crea que puede aportar algo a la idea. Considero que es importante dejar constancia porque una mesa redonda para hablar de la crisis no puede ser una convocatoria de un ciudadano al resto del mundo, sino que tiene que contar con el respaldo de una asociación detrás. Una asociación puede formarse con tres personas, así que es justo eso lo que necesito: dos personas más que crean que hay que hacer algo o sucumbir en el intento.

Os espero.